sábado, 22 de junio de 2013

Lacoste

En mi juventud estaban de moda los polos Lacoste. Costaban un huevo y eran sinónimo de distinción. A mí me fascinaban sus colores. Pero sólo adquirí alguno en rebajas. Recuerdo que en una ocasión un jefazo de una importante empresa le ordenó a un mando intermedio que cuando el calor apretaba la única alternativa al traje-corbata eran los polos Lacoste. El tipo los utilizaba a modo de uniforme y a fuerza de seguir las directrices del mandamás acabó convirtiéndose en un idiota y un facha de mucho cuidado.