lunes, 8 de abril de 2013

Artrosis


Desde hace unos meses frecuento unas amistades peligrosas, dolorosas e invalidantes. Su influencia no mata, ni engorda. Pero te posterga en una mar de algias, de sudores fríos y de impotencia. Caes en un laberinto de dolores sordos y agudos, de entumecimientos insondables y de eterno malestar.
Tratas de escapar de su maleficio con analgésicos, pomadas, masajes, paseos, estiramientos natación, electroterapia, sofrología, risoterapia, acupuntura, infiltraciones y fisioterapia que apenas hacen gran cosas.
Te acabas oxidando, encogiendo, anquilosando y encorvando. Levantarse es un tormento. Dormir un suplicio. La vida cotidiana es una tortura. Así es la artrosis, maldita sea.