Fotografiar objetos perdidos o tirados no es demasiado placentero. Pero meter la cabeza en un contenedor de basuras debe ser el colmo del asco. De esta forma centenares, y tal vez miles, de barceloneses recorren la ciudad. Con la miseria que recogen se suelen llevar enfermedades infecciosas que suelen transmitir a sus compañeros de piso. ¿Qué será de ellos, y de nosotros, cuando pierdan el derecho a la asistencia sanitaria?
