sábado, 4 de septiembre de 2010

Resumen vacaciones verano

Me hubiera gustado viajar a la legendaria Macondo de la mano de Gabriel García Márquez. Sin embargo, me he conformado con pasear por la Ronda del Guinardó de la mano de Juan Marsé, sin duda el mejor escritor catalán de todos los tiempos. Con Marsé he visitado la dura postguerra barcelonesa de los años 40. Gracias a José Saramago he viajado al Portugal del siglo XVII. Incluso he realizado un aparatoso vuelo en un primitivo aeroplano que acabó como el rosario de la aurora. Todavía estoy recuperándome de la caída. Saramago se detiene explicando las monstruosidades de la terrible y temible Inquisición portuguesa, una mezcla de Gestapo y policía religiosa de algunos países islámicos.
Gracias a Marc Lambron he recorrido con Lee Miller la atormentada Europa de fines de la segunda guerra mundial. Con Marcos Ana me he sumergido en el oscuro muro de las cárceles del franquismo. Weegee me enseñó los lugares más sórdidos de la ciudad desnuda de New York en los años 40 del siglo XX. Todavía estoy deslumbrado por los fogonazos de su flash y por lo descarnado de sus imágenes. Alberto Schommer me invitó a conocer Oviedo y Albert Masó a pasar calor en el desierto del Kalahari. Con el fotógrafo Henri Lartigue me zambullí en la burguesía parisina de principios del siglo XX. El poeta César Vallejo me invitó a viajar al Perú de principios del siglo XX, e involuntariamente me ha hecho evocar con ternura a una persona muy querida.
El gran Akiba Rubestein y el terrible Garry Kasparov me han convidado a un par de viajes al reino del ajedrez. Las enseñanzas de 24 lecciones de ajedrez y de La partida de ajedrez me han demostrado una vez más lo hermoso y complicado que es el rey de los juegos.
Raúl Gómez me ha recordado mis orígenes con su recopilación de fotografías de Camporrobles, la villa dónde nació mi padre y en la que he pasado un largo y caluroso agosto de 2010. He dado largo paseos por el pueblo y alrededores para mantenerme en forma y para disfrutar de un entorno que me agrada y me estimula a pensar y a ser mejor persona.

Las vacaciones tienen un gran fallo; una fecha de caducidad demasiado conocida. A su fin todos los problemas laborales, sociales y personales seguirán igual o peor.
En un mes de descanso no es posible recuperar el envejecimiento y la salud que hemos perdido a lo largo del año. Todo lo más podemos aliviarnos como los boxeadores que descansan entre asalto y asalto. Estas vacaciones me han ablandado un poco. Por eso al final me he sometido a un tratamiento de choque con películas de Bogart; El sueño eterno, Tener o no tener, El halcón maltés y Cayo Largo. Realmente Bogart era un tipo duro. Sabía salir de los problemas más graves. Tal vez necesitemos resucitarle para la grave crisis que atravesamos.
Por otra parte tampoco hay tiempo, fuerzas y dinero para hacer todo aquello que deseas. No es posible aprobar todas tus asignaturas pendientes en un mes. En 30 días no se pueden saciar todos tus deseos, ni matar todos tus miedos.
Por la maldita crisis disfrutar de un mesecito de vacaciones se ha transformado en un privilegio. Muchos no lo pueden hacer. A ellos dedico mis vacaciones.